Reflexiones sobre Europa, América y el Mediterráneo

Una mirada a la historia, una reflexión sobre el presente y algún comentario sobre el futuro de países, personas e ideas de ambos lados del atlántico

jueves, 17 de mayo de 2012

EL ESPEJO DESENTERRADO


    
Me adentré por primera vez en el universo de Carlos Fuentes buscando pistas sobre la identidad americana y su relación con España. En verano del 96 fui destinado a Bolivia y mis últimas semanas antes de viajar al altiplano andino las pasé intentando leer todo lo que podía sobre esa ciudad, sobre ese país, sobre ese continente…Un compañero que había estado destinado en La Paz quince años antes me recomendó “La Tía Julia y el Escribidor”, mitad porque Vargas Llosa había pasado su infancia en la ciudad de Cochabamba, mitad porque en esa novela del reciente premio Nobel el personaje del escribidor es boliviano, y son constantes los guiños a la sociedad y cultura bolivianas que se deslizan entre la historia verídica de Marito y su tía Julia y las inventadas del escribidor, que tanto disfruté en aquellos calurosos días del verano que antecedieron a mi marcha a La Paz.

También  por aquel entonces leí por vez primera una obra de Carlos Fuentes, “El Espejo Enterrado”, esa gran ensayo, a caballo entre la historia y la reflexión personal, que Fuentes publica a comienzos de los años 90 del pasado siglo y con el que se dedica a “la búsqueda de la continuidad cultural que pueda informar y trascender la desunión económica y fragmentación política del mundo hispánico…un espejo que mira de las Américas al Mediterráneo, y del Mediterráneo a las Américas…”.

Con ese libro, con esa búsqueda tan profunda y culta de Fuentes, comencé a vislumbrar algo de la riqueza y la intensidad, de la dificultad y complejidad, del “alma cultural, política y económica del mundo de habla española”, a la que el escritor mexicano dedicó gran parte de su trabajo y de su pensamiento. Más tarde, conforme yo también me iba adentrando en (o iba siendo engullido por) el vertiginoso paisaje humano y social del continente americano, seguí leyendo algunos de sus libros, tanto novela (“La Muerte de Artemio Cruz”, quizás la que más me gustó, “Gringo Viejo” y “Los Años con Laura Díaz”) como ensayo (“La Gran Novela Latinoamericana”, “Los 68”), que nunca me decepcionaron y siempre me ofrecieron nuevas llaves con las que abrir algunas puertas del fascinante y complejo mundo latinoamericano.

Pero las palabras que nunca he olvidado de Carlos Fuentes no las escribió para ningún libro, sino con ocasión del discurso con el que inauguró el  Congreso de la Lengua Española celebrado en Rosario en el 2004 (su intervención fue en representación de América Latina, seguro que una de las distinciones que recibió con más orgullo). Estas fueron las palabras con las que Fuentes inició aquel discurso:

“Mírenlos. Están aquí. Siempre estuvieron aquí. Llegaron antes que nadie. Nadie les pidió pasaportes, visas, tarjetas verdes, señas de identidad. No había guardias fronterizas en los Estrechos de Behring cuando los primeros hombres, mujeres y niños cruzaron desde Siberia a Alaska hace quince, once y cuatro mil años.
No había nadie aquí. Todos llegamos de otra parte. Y nadie llegó con las manos vacías. Las primeras migraciones de Asia a América trajeron la caza, la pesca, el fuego, la fabricación del adobe, la formación de las familias, la semilla del maíz, la fundación de los pueblos, las canciones y los bailes al ritmo de la luna y del sol, para que la tierra no se detuviese nunca.
Óiganlos. Los indios fueron los primeros poetas, cantaban con las palmas de las manos para enumerar las metáforas del mundo.
Todo ello elevado al gran canto poético de la brevedad de la vida.
No hemos venido a vivir.
Hemos venido a morir.
Hemos venido a soñar…”

Con su obra, con sus historias, con sus personajes y sus reflexiones, Carlos Fuentes nos ha ayudado a poder soñar y, aunque el canto poético de los indios diga otra cosa, también a vivir. Incluso, aunque no sea tarea fácil, nos ha indicado cómo desenterrar ese espejo que yace bajo la arena, del Atlántico, del Mediterráneo…