Reflexiones sobre Europa, América y el Mediterráneo

Una mirada a la historia, una reflexión sobre el presente y algún comentario sobre el futuro de países, personas e ideas de ambos lados del atlántico

domingo, 10 de febrero de 2013

El espía que huyó al frío


¿Dónde residen nuestras lealtades??, ¿a quien o a qué le debemos fidelidad??, ¿¿Al país donde nacimos y a la sociedad en la que crecimos?, ¿a nuestra familia y a nuestros amigos?, ¿a nuestra cultura y a unos determinados valores en los que creemos??. Y, en todo caso, ¿es posible romper con esas lealtades y depositarlas en otro país, en otra cultura, otras gentes, otra sociedad??, ¿y si fuera posible, porqué lo haríamos?? ¿por dinero, por amor, por odio, por una creencia??...
Hace ahora 50 años un joven diplomático inglés destinado en el Líbano ofrecía una fiesta en su casa de Beirut a la que, entre otros, estaba invitado el corresponsal en la zona del periódico The Observer, que había quedado en encontrarse allí con su esposa. El periodista, sin embargo, dejó plantada a su mujer y nunca llegó a la fiesta; esa misma madrugada había abordado un carguero ruso fondeado en Beirut, el Almatova, que apresuradamente zarpó con destino al puerto de Odessa. Su única carga era el periodista huido, de nombre Kim Philby, uno de los espías más importante de la historia que, después de 30 años trabajando para la Unión Soviética desde el corazón de los servicios secretos británicos y occidentales, huía justo antes de ser detenido...
Philby fue uno, sin duda el más destacado, del famoso grupo bautizado como "los 5 de Cambridge" (Guy Burguess, Donald McLean, Anthony Blunt, Philby y un quinto aún hoy día no identificado), que abrazaron el comunismo en los años 30 mientras estudiaban en la universidad y que, durante décadas y desde sus diferentes puestos, pasaron todos los secretos que cayeron en sus manos a la Unión Soviética. Todos ellos pertenecían a la muy elitista alta sociedad británica y a pesar de ello decidieron traicionar a su gobierno a fin de ayudar al triunfo de la ideología comunista y del país que la defendía, la Unión Soviética.   
De todo el grupo de Cambridge la vida más aventurera, rayana en lo inverosímil, es la de Philby. Nacido en la India (el apodo "Kim" es en honor al personaje Kim de la India, de Kipling), se convirtió muy joven a la causa comunista. Moscú, sin embargo, no necesitaba un idealista más en sus filas, lo que buscaba era a alguien con el talento, la paciencia y la frialdad necesarios para infiltrarse en los servicios secretos británicos, por aquel entonces los más poderosos del mundo, y sin duda en Philby encontraron a su hombre. Para pulirlo con el suficiente pedigrí conservador requerido para ingresar en el exclusivo mundo del espionaje británico a Moscú se le ocurre una jugada maestra: en julio de 1936 había estallado la Guerra Civil en España y Philby consigue ser enviado como corresponsal del muy conservador The Times al bando nacional. Con unas crónicas abiertamente profranquistas, Philby se convierte en su periodista preferido y se le cuentan con detalle las operaciones militares, armas utilizadas y ayuda recibida de Alemania e Italia (información que Philby, diligentemente, transmitía a Moscú)… Un golpe de extraordinaria suerte acaba por encumbrarle: durante un viaje a los escenarios de la batalla de Teruel el coche en el que viajaba con otros periodistas es alcanzado por un obús; todos mueren salvo Kim, que apenas recibe unos rasguños, lo que le vale que el propio Franco le condecore con la Cruz al Mérito Militar (probablemente la única medalla que Franco impuso a un agente comunista...). Poco después Kim es reclutado por la inteligencia británica y su gran capacidad intelectual, su aparente seriedad y su facilidad natural para socializar (y para beber) le llevan a escalar con rapidez el escalafón del espionaje, llegando a ser enviado a Washington como enlace entre el servicio secreto británico y la CIA e incluso a ser visto por algunos como el futuro jefe del espionaje inglés...

Pero dos décadas de espionaje a favor de Moscú dejan muchos cabos sueltos, y algunos comienzan a atarlos, surgiendo así las primeras dudas sobre el doble juego de Philby. En los primeros años 50 también se suceden las defecciones de agentes rusos a Occidente, y varios señalan a los del círculo de Cambridge como espías comunistas. Mclean y Burguess huyen a la URSS, Philby es depuesto de todos sus cargos y sufre una investigación interna. Sin embargo aún guarda algunos amigos que creen en su inocencia, y consigue una segunda oportunidad como responsable de la inteligencia británica en el Medio Oriente, bajo la tapadera de corresponsal del periódico The Observer en Beirut. Estando allí es cuando los británicos juntan definitivamente todas las piezas y se acaban las dudas: Philby es un traidor que debe ser detenido. Los rusos, sin embargo, deciden salvar a su hombre y el Almatova es enviado de urgencia a Beirut...Philby desaparece y nada se sabe de él durante meses, hasta que la URSS anuncia que está en Moscú y que se le ha concedido la nacionalidad soviética...



Allí pasará los siguientes 25 años, hasta su muerte en 1988, declarando repetidamente que él no era un traidor, pues desde joven había prometido lealtad únicamente a la causa comunista, que por lo tanto no se arrepentía de nada y que lo único que echaba de menos del país que había dejado atrás era la salsa Worcestershire Quienes lo visitaron en ese tiempo, por el contrario, recuerdan su desilusión con el comunismo, su creciente dependencia del alcohol y sus ataques depresivos, sólo mitigados cuando recibía, con semanas de retraso, un ejemplar de The Times, que leía minuciosamente con alegría casi infantil...Quizás en esa trágica ironía de los últimos años de Philby encontramos también su involuntaria respuesta a la cuestión de las lealtades...Kim, el espía con nervios de acero capaz de renunciar a todo – a su país, a su educación, a su cultura y a su familia, esposa y amigos- en favor de una ideología enarbolada por un país extranjero, acaba sin embargo sus días esperando con impaciencia el periódico que mejor representa a la sociedad que había traicionado, deteniéndose en su crucigrama, jugando en su imaginación unos partidos de cricket disputados semanas atrás y echando de menos el sabor de una salsa que le transportaba mentalmente a una tierra a la que le era imposible volver...el espía que huyó al frío tan seguro de sus certezas encontró, donde y cuando menos lo esperaba, sus propias dudas, y con ellas su propia tragedia...       




Hay muchísima información sobre Philby y el grupo de espías de Cambridge, desde la propia autobiografía de Philby ("My silent war") al libro de Philip Knightley (único periodista occidental con quien Kim habló en Moscú), "Philby, KGB Master Spy". Eleanor Philby, la (tercera) esposa abandonada en Beirut, también escribió su versión sobre ese tiempo ("The Spy I Loved"). Pero le que me decidió a escribir algo sobre Philby fue una columna de Ben Macintyre en The Times acerca del impacto en este país de la traición de Philby y unas discusiones con mi amigo Nacho sobre el tema de las lealtades y fidelidades...  

 


2 comentarios:

  1. Me dejaste pensando en el depositario de nuestra lealtad, cada uno tendra un motivo para elegir a uno u otro espacio, pero debieramos todos tener un espacio de comun acuerdo donde depositar nuestra lealtad?
    Excelente tema, gracias pro compartirlo. TAF
    DAP

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  2. Es una elección que hace cada quien de acuerdo a su temperamento y a sus convicciones, pero solo el tiempo sabe decir lo erróneo o no de la decisión. Lo más frecuente es que las decisiones que se toman por dinero, odio o creencias resulten decepcionantes .

    He disfrutado este interesante escrito.

    Saludos
    .

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